Septiembre 2007



Medicina Mapuche:


La persona en todas sus dimensiones


El 10% de la población de La Pintana es mapuche. Muchos de ellos prefieren la medicina intercultural. Más de 200 pacientes atiende don Manuel Lincovil, el machi del consultorio Santiago de Nueva Extremadura.


Por Francisca Moreno Schwerter


Los pacientes entran y salen con botellas llenas de líquidos humeantes. Cada uno debe traer una muestra de orina tomada en ayunas y dejarla junto al canelo, árbol sagrado en la tradición mapuche, el que consideran como uno con el machi. Es él mismo quien sale cada vez a llamar a sus pacientes, quienes lo esperan horas afuera de su consulta.


Manuel Lincovil atiende hace seis años en una ruca instalada en el estacionamiento del consultorio Santiago de Nueva Extremadura, ubicado en la estigmatizada población El Castillo de la Pintana. La comuna es pobre y carece de hospitales propios, por lo que las personas reciben atención primaria en sus seis consultorios.


El proyecto de medicina intercultural de La Pintana se formuló en 1998. En él participaron la escuela de enfermería de la Universidad Católica, el municipio y las organizaciones indígenas de la comuna, un sector que representa el 10% de su población. Para conseguir los recursos necesarios (unos tres millones de pesos de la época) postularon a fondos concursables en Canadá. El año 2000 se los dieron. Fue en ese momento que, las asociaciones indígenas, se acercaron a don Manuel para que llevara a cabo la ejecución del proyecto.


“Cuando hablaron conmigo querían que atendiera en el consultorio, pero un machi no puede trabajar en un cuatro por cuatro como un médico”. Lincovil pidió un “lugar adecuado”. Además, el proyecto contemplaba que el machi sólo haría diagnósticos de los pacientes. “No sirve de nada decirle a alguien qué tiene y no hacerle un seguimiento; es una burla para el paciente”. Nada de esto estaba considerado en los fondos, pero el municipio se hizo cargo de la construcción de la ruca y de las hierbas necesarias para los medicamentos.


Nadie sospechó el éxito que tendría la iniciativa. “A la inauguración asistieron el embajador, un ministro y dos senadores canadienses y de acá sólo vino el alcalde”. Sin embargo, se le dio tanta cobertura mediática a la iniciativa que “la primera semana estábamos llenos, llamaba gente de todo Chile y de otros países también; nadie se explicaba por qué”.


Para él, la diferencia está en “pensar en la persona”. Explica que los médicos no tienen cercanía con sus pacientes y que a muchos no les da confianza. Todos los aspectos de la persona deben ser tomados en cuenta. “Mucha gente vive llena de problemas, no tiene qué comer, el marido es borracho y lo único que quieren es que alguien las escuche y las tome en cuenta como personas”. Agrega que parte esencial del tratamiento son la risa y la familia, “acá conversamos, bromeamos, se quiebra el esquema”.


Es evidente que existe una perspectiva distinta, la relación médico- paciente es simétrica y son tomados en cuenta aspectos de la vida personal de los enfermos. La confianza con el paciente parece ser lo fundamental, que se abra. Lincovil es un personaje carismático y amable, un verdadero filántropo. Advierte que para entender la medicina intercultural debe conocerse la cultura mapuche. Explica que un machi no se hace, se nace y que es un don ineludible, una vocación que lo obliga a ayudar. Además, cree que no puede separarse el cuerpo del alma, la persona, para sanarse, debe estar bien en todas sus dimensiones.

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